Me duele Septiembre desde vaya a saber cuándo,
y me duele con cierto sabor amargo de ausencia.
Ausencia y reves de sentidos y palabras
que van pronto a agotarse en silencios.
Me duele Septiembre en flor, sin perfume ni color,
allí donde el verso dejó caer al poeta y al niño
y nos abandonó en un rincón de libros y tonadas viejas.