Tan sencillamente como la rosa
como el limón que se concentra en sí
ambos sin conciencia de ello crecen
vivos tan vivos como es posible.
Así mismo nace y crece mi verso
antojo de un dios o de si mismo...
así se abre en flor de carne y hueso
para ser el alimento de estas noches.
Solo nace y crece sin consentimiento
siendo la consecuencia de los días
en la generación salvaje de los sueños
en el fluir de los ríos, en el rocío.
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