Hay poemas afiebrados...
calenturas que queman en la piel
que conjuran presencias en palabras
hechizos mal logrados
en el epicentro mismo de la soledad.
Hay poemas afiebrados...
caricias que abrazan el costado del vacío
sombras que se pierden en la oscuridad
que arañan el deseo en pensamientos
que atacan a traición en el anhelo.
Hay poemas afiebrados...
despertares atareados de nostalgias
de besos que no acaban de olvidarse
porque tienen menos de ciertos
que las esperanzas de los mesías
o la salvación por sanación de los espíritus.
Hay poemas afiebrados...
cuerpos que se agotan unos en los otros
en el de tanto en tanto de los abandonos
o en los suspiros quedos que caen
en los abismos blancos de la nada.