He caminado tantos absurdos
tras las sobras de la felicidad
que he creído encontrarla
entre unos brazos y pasos a ciegas
en callejones sin salida
ante la tentativa heroica
de un “nunca jamás”
que hasta el cielo se abre y llora
y me diluvia y me ahoga
en pos de los naufragios por callar.