Cuando llegaste aurora a mi muerte:
Yacía silente en una nívea sepultura,
a la vera del camino, entre las piedras,
susurrando plegarias a los vientos
y agitándome loco entre mis versos.
Cuando te fuiste sin voz de regreso:
Yo juré despedazarme en ausencias,
en las montañas de negros vientres,
en las soledades de plumaje noches
y en el vuelo de un olvido de muerte.