miércoles, 31 de marzo de 2021

LA CHICA QUE SE PÁJARO

De tanto que le gustaban los pájaros,
al final se le puso de nubes la carne
y fue jaula azul y simulacro de cielo.
Tenía por ojos un par de ventanas
y de celeste su hondo y frío fondo.
Callaba y era como una luna ausente
y su silencio un filo de muerte, y mataba.
Nunca desaprovechó ocasión
para ser tormenta bajo mi cielorraso
o noche ciega desnudando mis versos.
Pero, de vez en cuándo, sus plumas
le renovaban su pasaporte de viento
y se marchaba para ser un recuerdo
de esos que a lejos son muy buenos,
pero próximos son como un infierno.
Así ella, la chica que se hizo pájaro
y se le volvió el corazón de estrella.
De día dejaba un rastro leve de amor,
pero de noche hacía temblar mi alma.