Me gustaría ser el culpable
de esas chipas de alegría
que saltan desde tu sonrisa
aunque lo incendien todo.
Pero, y sin embargo, sos vos
la culpa de atravesarme
de lado a lado el corazón
cada vez que te veo sonreír.
Y así cumplo condena perpetua
bajo el sol ardiente de tu sonrisa,
embriagado por mi sed de ti,
esperando a verte cada día.