En lo que va del tiempo de tu silencio
se me ocurre penetrarte en un suspiro
pero no un suspiro cualquiera
en el suspiro que dejas caer a mi paso
o en el guiño pícaro que te adivino.
Penetraría en ti más allá de tus labios
guiado por los dulces acordes de tu mirada
y danzaría miel fresco urgente y caliente
y te encontrarías en mí más allá de las pretensiones
de noble dama dueña y señora
y me hallaría en ti
más allá de mis deseos libertarios y revolucionarios.
Mis besos quedarían rehenes de tus pechos
sin posibilidad probable al rescate
mis manos serían los vigías
o bien los exploradores de tu naturaleza...
de tus terrenos salvajes
de tus selvas espesas
de tus noches mojadas
de tus llanos de pulidos
o de tus ríos y valles fluidos.
En lo que va del tiempo de tu silencio
el prisionero de tus caprichos de hembra altiva
se ha coronado en dueño de tus consentimiento
y en el artista escultor de tus sí sin muecas...
Ha hecho de tu alma
la capital de sus dominios
y de tu piel ha edificado
los altares del deseo
de tu sonrisa ha hecho
los amaneceres aletargados
y de tu perfume concentrado en las albas florales
las avenidas rápidas de las carias necesarias.
En fin
en lo que va del tiempo de tu silencio
en las confusión de los minutos y las horas
o en los delirios afiebrados de una luna enamora
la mecha encendida por la vida
apura en trancos o galope en llama
el ritmo desordenado de los cuerpos que se respiran
que se exhalan
y que se inspiran
o que se desbordan en caudales de latidos
o en explosiones volcánicas de noches y de días
o en los ríos de lava y saliva que se ahogan
en los mares bravos de nuestros orgasmos.