En profundas cavilaciones
se desandan las sombras
de lo que pudieron y no ser
sino huecos de las noches
agotando sin paz las hojas
roídas por los sin tiempos
hechos a buscar y buscarse
en los mágicos volúmenes.
De sortilegios o de besos
de conjuros y hechicerías
la oscuridad abraza y reza
lo que siente como un golpe
de poderosa mano de un dios
o la de algún antiguo héroe...
¡He aquí a la soledad, desgarro
en las carnes mismas del alma!.