Fue en enero. El sol brillaba en su cenit
todo espejaba un resplandor de felicidad
las veredas, los adoquines y las acequias
las plazas, los árboles y las flores. Enero.
La iglesia nos lucía por dentro y por fuera
los vitrales exaltaban en fervor de santidad
las imágenes vivas testificaban en secreto
y compartían con nosotros aquella comunión.
Enero fue, y se quedó varado sin remedio
como nave sin velas esperando los vientos
como durmientes de las vías del ferrocarril
como piedras en el vientre de las montañas.
Se nos quedó enero en la piel y en la carne
y aguantamos veranos y algunos inviernos...
pero nos fuimos apagando en otoños iguales
y crepitamos al paso del tiempo que nos pisó
madurando soledades en las madrugadas.
Y se nos fue enero y quedamos septiembre
como punto de partida de adioses feroces
como plegarias calladas que fuimos nosotros.
Así se nos quedó enero, no importa ya tanto
solo un dolor que se nos pasará como nada
y nada quedaremos en un punto de reunión.
Enero fue. Fue en enero. Historia de un amor.