sábado, 14 de septiembre de 2013

La pequeña muerte

Esta tarde todos los antojos llevan tu nombre
si agito las sábanas de mi cama te nombran
si me apuro en el vestirme mi piel te nombra
si pasó frente al espejo, me asalta tu reflejo. 

Llega la noche y en mi cansancio, tu sombra
que es mi compañera silenciosa, me nombra.
Asisto en mis desvelos al encuentro y te beso
me deshago en ausencia misma por amarnos.

Mas cuando llegas ya tras largos preámbulos
mi sangre que era tibia, ahora es fogata viva.
Llamas que abrazan, queman y nos consumen
por tu piel que se convierte en un ávido leño.

Ni dormido ni despierto, ¡más vivo que nunca!
Mástil que me eleva hinchado entre tus velas
que se hace oír a rugidos entre los maderos
de nuestra cama que surca en olas el incendio.

Así vienes y así te espero, como puñal afilado
abriéndole heridas letales... a toda tu ausencia
enterrándome profundo hasta el cabo ardiente
recreando la escena de esta pequeña muerte. 

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