Cuentan los documentos históricos clásicos
a modo de referencias a las tradiciones
que la mujer Espartana, la esposa del soldado
sin lágrimas en los ojos, a la altura del marido
despedía al hombre que marchaba a la guerra.
Entregaba en manos el escudo al soldado
diciéndole así: _"Vuelve con él, o sobre él."
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¡Sagrada ciudad de Esparta, heroica patria!
En lo hondo de tus entrañas nace el soldado
que según la tradición, lo hace descendiente
de la divinidad de los hombre venido a dios:
¡De Heracles, dios hombre y guerrero, salve!
Desde niños conocían sus deberes sagrados
hacia con la magna gloria a guardar y honrar
empuñando la espada o preparándose en ello.
Rudo sentir forjaban al temple de sus almas
cuando de jóvenes era apartados del cuidado
del cariño y la ternura naturales de sus madres
¡Gloria al heroico guerrero protector de Grecia!