Sé del botón gustoso en mí
que estalla a la luz de tus labios
cuando tu boca de antojos
abraza quemante
el pétalo frágil y terso que envuelve
la esfinge soberbia de raro tallo
que crece en su vigor y sin espinas
y que tú agotas, en el gota a gota,
cual si fuera inagotable fuente
o cual si tal, el rocío de la mañana.