De mí se desprende gustosa la borra roja
haciendo diques para las dolorosas penas
sea en las lúgubres tabernas de los pueblos
o en los lujosos comedores de la nobleza.
Mi vida comienza en los sacrificios diarios
madrugas de desvelos entre las melgas
en el caluroso resplandor del sol estival
y en el sudor harto cotidiano del obrero.
¡Soy el alma del vino! El néctar de lo divino
la renovación de la sangre por el sacrificio
la reivindicación de la sed que no se agota.
¡Soy el cuerpo del alma de la embriaguez!
Soy el bravo vino, el temple del coraje
la sangre nueva en valiente empresa
la inspiración divina para los poetas
los sacerdotes y los santos hombres.